jueves, 28 de julio de 2011

¿POR QUÉ SUFRO?

2 Corintios 1: 4
Cuando alguna cosa está lastimando el alma es inevitable hacer cuestionamientos como este: ¿Dios, porque permites este sufrimiento? Si eres tan cuidadoso y amoroso ¿Por qué me pasa esto? ¿No es cierto que, quieres nuestro bien?

Precisamente este es el punto, porque quiere nuestro bien; gran parte de nuestro bien es que no solo busquemos nuestro bien de manera egoísta. Todo ser humano debe ser capaz de buscar el bienestar del prójimo, cuando puedes aliviar el dolor ajeno tienes un propósito más alto en esta tierra que solo nacer, crecer, reproducirse y morirse procurando evitar el sufrimiento.

En la primera carta a los corintios pablo escribe: “Dios nos consuela en todos nuestros sufrimientos para que también, nosotros podamos consolar a quienes sufren, dándoles el mismo consuelo que recibimos de Él” 2 de Corintios 1:4 LPDDPT.
¿No es maravilloso? Dios permite el sufrimiento con un propósito, para que aprendamos de la tortuosa experiencia actual, a fin de experimentar la intervención amorosa de Dios; al brindarnos consolación; ¿No te emociona saber que el sufrimiento es una grandiosa oportunidad para sentirse amado, protegido y apapachado por Dios?
Lo anterior de por sí debiera ser suficiente para tomar esperanza en medio del sufrir, pero aún hay más, el apóstol Pablo confiesa que en Asia sufrió un problema tan tremendo que nuestro héroe estaba tan desanimado que había perdido toda esperanza de vida. Al respecto él escribe “En el fondo de nuestro corazón sentíamos que se nos había dado sentencia de muerte; sin embargo, esto sucedió para que aprendiéramos a dejar de confiar en nosotros mismos y confiáramos en Dios, quien es capaz de resucitar a los muertos”.
Cuando todo va bien es tan fácil alejarnos de Dios porque tenemos la tendencia errónea a creer que nuestras capacidades son suficientes y que podemos solos con cualquier cosa; sin embargo, los sufrimientos y dificultades nos ubican dolorosamente en nuestra realidad: ¡Sin Dios no somos nada!

Reflexionemos:
• ¿No debiéramos dar gracias a Dios por las tribulaciones? Porque ellas nos permitirán recibir el apapacho amoroso de Dios y nos entrenarán para regalar a otros que sufren, lo que el Señor nos da de propia mano.
• Al aprender a depender cada vez más de Dios, Él que es capaz de resucitar muertos y confiar cada vez menos en nuestras capacidades limitadas, redundan paradójicamente en que serás mas “seguro de ti mismo” en tu caminar por la vida, pues te manejarás andando a paso firme, sabiendo que tienes un respaldo incondicional y poderoso, claro sin dejar de ejercer confiadamente nuestras habilidades, que al fin y al cabo viene de él.


TRANSFORMADOS PARA SERVIR
JOSIAS I.G.

No hay comentarios:

Publicar un comentario