2 Corintios 2
¡Qué difícil es perdonar! Aun sabiendo que un resentimiento es como un carbón encendido que aprisionamos en nuestra mano, nos quema, nos hiere… pero no queremos soltarlo. Algo dentro de nosotros nos dice, ya, perdona, abre la mano y libera eso que te lastima, pero tontamente insistimos en “no lo suelto…”
En este capítulo de la carta a los corintios Pablo se refiere a una historia de agravio, confrontación, reparación de daños, perdón y reconciliación, donde él juega el rol de agraviado y por lo tanto quien otorga el perdón.
Todo parece apuntar que entre las conocidas como primera y segunda carta a los corintios Pablo escribió una epístola exclusivamente para tratar el asunto de la ofensa, esa carta no la tenemos, así que permítanme reconstruir la historia con los elementos que tenemos:
En esos momentos, existían fuertes acusaciones contra Pablo por parte de algunos seudocristianos que formaban parte del liderazgo dentro de las iglesias, entre otras cosas cuestionaban a Pablo sobre sus motivaciones en su ministerio y su autenticidad como apóstol. Es muy probable que algún miembro de la iglesia de Corinto se haya atrevido a cuestionar directamente al apóstol a partir de estas acusaciones, pues en ambas cartas el apóstol dedica buen tiempo para argumentar en su propia defensa.
Lo triste del asunto es que en el momento del conflicto, se aprecia que la congregación en general no respaldó a Pablo, cuando les constaba que el mismo Pablo había fundado esa iglesia sosteniéndose con su propio empleo y con las maravillas que solo podían provenir de Dios. Es por eso que escribe una carta para confrontar a toda la iglesia y al ofensor, como decíamos, no sabemos el contenido textual de dicha carta, pero en este capítulo nos dice que está muy satisfecho, porque después de dicha epístola, la iglesia realmente tomó ahora sí “cartas en el asunto”, pues atendiendo a las indicaciones del apóstol, la iglesia le aplica la disciplina indicada por Pablo y la respuesta del agresor es muy positiva, pues reconoce su falta, se arrepiente y con toda seguridad pide una disculpa a Pablo y a la Iglesia, ya que también la congregación resultó lastimada con este problema.
Hasta aquí iban las cosas cuando escribe esta segunda carta a los corintios y les instruye como seguir tratando el asunto: “Ahora deben perdonarlo y darle ánimo para que no se desespere con tanta tristeza. Por eso les pido que le demuestren su amor […] Yo perdono a quien ustedes perdonen, y mi perdón, si es que yo tenía que perdonar algo, lo he dado por ustedes y en presencia de Cristo. Todo esto lo he hecho para que Satanás no se aproveche de nosotros, ya que todos conocemos muy bien sus planes” V7-11 versión LPDPT.
¿Qué podemos aprender?
• Vemos una secuencia muy interesante en esta crisis: ofensa, daño, confrontación en amor, arrepentimiento, reparación de daños y la última muy importante: la restauración, Pablo anima a todos a consolar y mostrar amor al ofensor arrepentido.
• En la dinámica de las relaciones humanas de una familia consanguínea o espiritual es inevitable que se presenten conflictos, incluso debiéramos estar preparados para afrontarlos cuando estos se presenten.
• Cuando los conflictos sean por el daño causado por una persona, el Señor nos enseña que la práctica del amor y el perdón, son herramientas insustituibles para la sanidad de las relaciones.
• La consecuencia de la falta de perdón es sumamente grave, pues si el perdón genuino no se da, se dará vía libre a Satanás para que continúe su labor destructiva.
TRANSFORMADOS PARA SERVIR
JOSIAS I.G.G
No hay comentarios:
Publicar un comentario